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Por Ignacio Mucientes,  Ingeniero Agrónomo y Decano del COIACLC

Si pusiésemos en una balanza las cosas positivas y negativas que nos ha aportado el pertenecer a la actual UE podríamos comprobar cómo se declina hacia el lado positivo. Muchas cosas, en todas las vertientes: sociales, políticas, económicas y culturales mayormente, se han visto potenciadas, cuando no reforzadas, por pertenecer a esta mega-estructura política. Hoy no las vamos a enumerar todas ellas porque serías interminables y a nosotros lo que nos preocupa es el agro. En especial el nuestro.

Es difícil imaginar lo que sería hoy en día nuestro sector agrario sin pertenecer a este Club en el que las grandes naciones europeas (con la excepción de alguna) pertenecen. ¿Se podría existir? Desde luego que sí, pero a un coste elevadísimo (especialmente geopolítico y económico) que los españoles probablemente no nos podríamos permitir. Llama particularmente la atención aquellos que piensan que sin pertenecer a este Club las cosas nos irían mejor. Y, como ejemplo, ponen, al Reino Unido, que desde hace 3 años camino sólo después de pertenecer durante casi medio siglo al Club. Lo que no dicen es el enorme potencial político y sobre todo económico que tiene este país en el mundo que le han permitido, permiten y permitirán caminar sólo independientemente de que para posicionarse o defender sus intereses en ocasiones se una o alíe con otros en estructuras varias (no perdamos de vista, por favor, las turbulencias socioeconómicas por las que han pasado recientemente, y pasan, por salirse del mercado europeo; turbulencias que van a ser menores por el enorme potencial de lo indicado).

Centrándonos en el agro, haciendo crítica constructiva y con el objeto de mejorar, y por ende de progresar, debemos de comentar que hay aspectos a mejorar dentro del mismo. La clásica división de la Europa septentrional y meridional (concepciones distintas en modelos y sistemas de explotación) que siempre han influido en las sucesivas reformas de la PAC provocando una clara desventaja hacía el sur; ventaja que se ha querido reducir con la aplicación de los respectivos Planes Estratégicos (PEPAC) y que está por ver si cumple los objetivos planteados inicialmente. Veremos a ver si el tener PEPAC cambia o no a mejor esta concepción.

¿Para qué tanta Ley interna si lo que viene de fuera se comercializa de igual manera?

A considerar es el enorme rol que juegan los grupos ecologistas, medioambientalistas y ultra-conservacionistas que están en contra de la producción agrícola y pecuaria y que quieren que Europa sea una empresa de servicios dejando el medio rural a su suerte y teniendo pequeñas producciones “para ir tirando”. Organizados desde hace años ejercen una presión tremenda sobre las instituciones europeas y son capaces de introducir cambios sociales y políticos de calado que tengan por objetivo satisfacer sus demandas. Un servidor es de los que piensa que estamos sino ante la última, la penúltima, reforma de la PAC con carácter productivista que será sustituida por una ambientalista a corto/medio plazo. Lo cual será, en caso de que se produzca, un craso error porque el sector agrario es la base de la organización productiva y económica.

Un aspecto contradictorio es el posicionamiento sobre los OMG. En principio, el voto de un único estado miembro ha valido para ir contra su uso en la UE; estos productos han sido diana de grupos ultras que han tirado por el suelo cualquier tipo de consideración a los mismos (aquí cabria recordar que todos somos un producto transgénico. ¡¡Todos!!); a nuestros productores se les exige cumplir con ciertas normas de respeto al medio ambiente, uso de fitosanitarios y herbicidas pero otros productos que proceden del exterior y que, en principio, no cumplen con estas premisas pueden comercializarse aquí. A este respecto cabe preguntarse, ¿Para qué tanta Ley interna si lo que viene de fuera se comercializa de igual manera?. En los últimos días, parece ser que hay movimientos para cambiar esta norma que es absurda y carece de lógica.

El subsector pecuario ha sido gravemente dañado por los comentarios y acciones contra el mismo provenientes de los grupos anteriormente mencionados. A su parecer “las flatulencias” de las vacas son las responsables del cambio climático. ¡¡Olé ahí es nada!!. Y especialmente las flatulencias de los sistemas intensivos porque los de los extensivos no son malos.

En fin…………..corramos un tupido velo y hagamos oídos sordos a determinadas expresiones provenientes de grupos que no saben lo que es el medio rural, el medio ambiente y el sector agrario y lo que es peor, que no lo quieren saber.

 

 

 

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