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Semilla Certificada, una obligación rentable

La semilla certificada asegura desde el origen la trazabilidad de los alimentos mejorando la seguridad alimentaria

La semilla certificada es un producto de calidad de primer orden, estandarizado, controlado oficialmente y reconocido internacionalmente al cumplir con las especificaciones técnicas de los reglamentos que la regulan.

A día de hoy conocemos las ventajas económicas y técnicas del uso de semilla certificada, ya que son muchos los agentes que ponen en valor su función como vector de innovación y progreso en la agricultura. Sin embargo, existe una preocupación generalizada que se basa en el riesgo real de colapso del sistema por su insostenibilidad. La falta de trazabilidad y de garantías de seguridad de la semilla reproducida de forma ilegal no es solo un perjuicio para la industria, sino también para el agricultor y para el conjunto del sector.

Para el agricultor la semilla certificada aporta una serie de beneficios, como son el ahorro, debido a la reducción significativa en la dosis de siembra empleada, a su garantía de germinación y al menor tiempo necesario para preparación de la semilla; el rendimiento, que asegura la producción y mejora de la cosecha; la calidad, por la seguridad que ofrecen los controles oficiales, así como la trazabilidad y pureza varietal aseguradas. Todo ello dentro de los parámetros exigidos en los reglamentos técnicos: origen, trazabilidad, homogeneidad, pureza específica, pureza varietal, germinación, ausencia de otras semillas no deseadas en la siembra, sanidad y humedad.

La semilla certificada asegura desde el origen la trazabilidad de los alimentos mejorando la seguridad alimentaria. El sector y la administración disponen así de información fiable sobre qué se produce, dónde, cuándo, para qué usos, además de otros aspectos. Esta información, unida a la que maneja el agricultor por adelantado sobre la calidad y cantidad del cereal del que va a disponer ayuda, tanto al productor como al sector, a realizar una planificación eficiente y mejorar su posición en el mercado.

Las dosis de siembra cuando no se utiliza semilla certificada son entre un 10% y un 20% más elevadas que cuando sí lo está

Tampoco se puede olvidar que el uso de semilla certificada asegura la sostenibilidad de los programas de I+D para la mejora de variedades. Si no se utiliza semilla certificada, todo el peso financiero de los programas de obtención de nuevas variedades recaería en aquellos que sí la utilizan, encareciéndola enormemente. Se pone en peligro la sostenibilidad de la investigación y se compromete el futuro de una agricultura más competitiva.

Para entender el esfuerzo del sector, basta con dar un repaso al coste de desarrollo de las variedades. En la Unión Europea, para una única variedad asciende a 1-1,5 millones de euros, con un proceso que dura aproximadamente de 10 años. Para sostener los programas de mejora y el desarrollo de variedades es vital proteger los resultados de los trabajos de los obtentores y respetar sus derechos de propiedad industrial.

Las dosis de siembra cuando no se utiliza semilla certificada son entre un 10% y un 20% más elevadas que cuando sí lo está. La homogeneidad del lote y de las propiedades de la cosecha permite al agricultor ahorrarse un tiempo significativo a la hora de acondicionar su propio grano para la sementera. También  evita disponer de un elevado espacio donde almacenar la semilla. Además, las semillas están seleccionadas y tratadas para garantizar una buena implantación del cultivo, con una menor aparición de malas hierbas y patógenos debido su buena sanidad.

En España se siembran 5,8 millones de hectáreas de cereal de invierno (avena, cebada, trigo, centeno y triticale). En plena campaña de siembra, es importante alertar sobre los importantes riesgos que conlleva el uso de semilla no autorizada. En nuestro país, solamente el 24% de la semilla de cereal de invierno que se utiliza es certificada. Del 76 % restante, aproximadamente un 23 % corresponde a grano acondicionado para siembra procedente de los propios agricultores. Sin embargo, persiste un 53 %  de origen desconocido y sin ninguna clase de control, que no garantiza los estándares oficiales que garantiza la semilla certificada.

Es necesario incidir en que la única semilla que puede ser comercializada es la certificada. Ninguna otra semilla, simiente o grano para siembra puede ser comprada o vendida ni encontrarse legalmente en el mercado. Los agricultores están autorizados a reemplear en su explotación, como semilla,  el grano que obtengan en su propia explotación, pero esos granos no pueden en ningún caso comercializarse ni intercambiarse entre agricultores.

Todavía queda mucho camino que recorrer para conseguir que el uso de semilla certificada sea la práctica habitual en el cultivo de cereal. Además hay que recordar que la producción y comercio de semillas es una actividad regulada y sujeta a autorización y control administrativo. Su incumplimiento mediante uso de semilla no certificada, puede suponer multas e incluso penas de cárcel para los infractores en caso de tratarse de variedades protegidas.

 

Autor:

Antonio Villarroel. Secretario General ANOVE.

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