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Regenerando la agricultura

Dentro de la modernidad evolucionamos, sin darnos cuenta, hacia el pasado

Es evidente que hay cierta crisis en los precios pagados al productor de productos agrícolas en España. La fijación de precios se produce en un contexto internacional incontrolable y con mucha competencia.

 Al agricultor español, solo tiene que ir al supermercado más cercano y fijarse en el país de origen de los productos agrícolas; no le queda otra que asumir el hecho como una realidad indiscutible.

 Esto sucede porque en otros lugares del planeta se produce a un coste menor y son capaces de ofertar a las cadenas de alimentación, patatas, garbanzos, alubias, lentejas y muchos productos más a precios más interesantes de lo que lo hacemos nosotros, incluso descontando el flete.

 Esto es nuevo, pero, no es nuevo y, dentro de la modernidad estamos evolucionando, sin darnos cuenta, hacia el pasado, que, al fin y al cabo, ya esta probado.

 Me explico, nuestros abuelos y los suyos no obtenían gran cantidad de producto en sus cosechas, pero se ganaban la vida.  Hoy en día han mejorado, muy sensiblemente, la calidad técnica de todos los insumos invertidos en el campo en cada campaña, y las producciones que se recogen son muy superiores, siempre con el permiso del “socio loco” (también llamado climatología). La calidad y esperanza de vida han mejorado, afortunadamente, al tiempo que la mecánica ahora se llama electromecánica. El trabajo físico e intelectual, consiste, en su mayor parte, en el pilotaje de sofisticadas máquinas que quitan el sueño al propietario, por su complejidad y puesta a punto.

Además, tenemos información, mucha información, y muchas oportunidades para adquirirla. ¡Parece casi todo perfecto!, pero en cualquier caso el beneficio era y es, la diferencia entre los ingresos y los gastos de la explotación, o sea, el margen neto. Y es ahora en plena era tecnológica cuando entre la gran abundancia de productos para el sector agrario, y de herramientas para facilitar nuestra tarea hacemos la cuenta como los antepasados y comprobamos que movemos mucho más dinero. Mover más dinero significa arriesgarlo, y eso obviamente tiene un precio.

 Entonces repasamos los conceptos del pasado: Faulkner y su “locura del agricultor”, Voisin, con sus técnicas de pastoreo y John Seylmour y su “Guía del horticultor autosuficiente”. Nos damos cuenta que el consumidor de hoy está dispuesto a pagar un sobreprecio por la salud que supone el restar fitosanitarios y fertilizantes inorgánicos; y nos viene a la cabeza la precaria técnica que se hacía, no hace mucho tiempo, cuando se carecía de todo.

Antes no se labraba, ahora si, aunque ya no es tan rentable; no con el cereal de secano al precio actual. Se hacen números y se redescubre el concepto de valoración del margen neto.

 Una tendencia excesiva al ahorro de insumos conduce a la idea de ahorro absoluto, es decir producir únicamente lo que la tierra nos dé; no gasto en semillas, no gasto en abonos, no gasto en herbicidas (que además son impopulares y cada vez mas caros y mas restringidos).

 Analizando la postura, tenemos consciencia de que, realmente, los problemas se incrementan sustancialmente con la intensificación de los cultivos; intensificar, ¿para qué?:

-Subir los objetivos incrementa el riesgo, y el dinero invertido.

-Subir los objetivos aumenta el riesgo de enfermedades

-Subir los objetivos aumenta las extracciones del suelo (que habrá que reponer)

-Subir los objetivos no aumenta el margen neto.

La tendencia de algunos agricultores pues, y por instinto de supervivencia, es redirigir su punto de mira hacia esperanzas de cosecha menos ambiciosas, que no de rentabilidades inferiores; producción sube –rentabilidad a la baja.

 El sentido común alerta de que engrosar la cuenta de gastos con una climatología incierta es arriesgar demasiado. Efectivamente, el precio de algunos insumos, fitosanitarios, etc. es, podríamos decir, inadecuado para las bajas producciones medias en algunas zonas de nuestra provincia; es decir que quizás a un agricultor Francés le sale rentable, pero a nosotros no.

Partiendo de que una cosecha buena, derivada de un año climatológicamente generoso, representa una abundante cubierta de restos vegetales y una notable extracción de nutrientes del suelo, a más de un agricultor conservacionista le cabe contemplar el barbecho o retirada como la mejor opción para una parte de sus parcelas. Con el barbecho la tierra descansa y se repone, como antiguamente.

 Y vuelven los principios del pasado. Y vuelven a tener relevancia las míseras técnicas de la incipiente agricultura. Por eso la auto-suficiencia. Desempolvemos los libros antiguos, vayamos a las librerías de viejo cultivemos sin insumos. ¡¡Vivamos la rediviva economía circular a todos los niveles!!

Dentro de la modernidad evolucionamos hacia el pasado

Y, si es posible combinemos nuestra básica producción de clima semi-arido con la tecnología 4,0 , para encontrar la manera de segur investigando la manera de subsistir. Demos un paso para atrás (foulkner) para impulsarnos hacia delante. Sigamos inventando la agricultura. Sigamos sorprendiéndonos día a día. Otra cosa es ir a menos sin saber porqué.

Ir a menos para ganar más; esa es la estrategia que parece sugerir la situación actual en cuanto a beneficios. A nuestra mente acude cualquier manera de ahorrar, cualquier “lo que sea”. En este “lo que sea” lo mas recurrente es la ya conocida AC (mas conocida como siembra directa y mínimo laboreo) Esto último de mínimo laboreo suena aún mejor a los no convencidos sobre eso de “no hacerle nada al suelo”. Empezamos por gastar menos gasóleo y menos horas de tractor, ahorrando mantenimiento y vida útil; la cuenta de gastos va mejorando. Teniendo en cuenta que, el devolver todos los restos de cosecha  al suelo lo alimenta, podremos gestionar y optimizar los fertilizantes para “rascar” en el debe.

Lo siguiente son los fitosanitarios, donde una buena gestión puede afinar la cuenta. ¿Hay algo más?, hablando de ahorro de insumos, la técnica líder es la agricultura ecológica. Pero, en la agricultura ecológica hay que arar, y la cuenta de maquinaria aumentará (además del evidente daño ecológico pro-erosión y pro-emisiones de CO2).

La técnica perfecta seria la fusión de Agricultura Ecológica y la de Conservación aprovechando las ventajas/ahorro de ambas. ¿Es posible?, el agricultor de Valladolid y sus alrededores sabe hacerlo. Sobrevivirá a toda costa, reinventará la agricultura en cada circunstancia, como siempre lo ha hecho. Y saldrá adelante. No sería la primera vez.

Autor: Carlos Garrachón Arias. AVAC.

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