La segunda mayor cifra en siniestralidad en 2015 la acumuló Castilla y León con 3,46 millones por pérdidas en más de 5.000 hectáreas
España es uno de los principales productores mundiales de uva de vino, un sector de gran relevancia económica, social y cultural en nuestro país. Las cepas de este cultivo se extienden a lo largo de más de 856.000 hectáreas y están presentes en el paisaje de casi toda la geografía nacional. Se trata de uno de los cultivos de mayor tradición –y superficie productiva- en la península, junto con los cultivos herbáceos y el olivar.
Por extensión, destaca la presencia del viñedo en Castilla-La Mancha, con más de 410.000 hectáreas. La siguen Castilla y León y sus más de 72.000 hectáreas de viñedos vitivinícolas. Tras ellas se sitúan Extremadura, la Comunidad Valenciana y Catalunya, a las que habría que añadir, si atendemos a la elevada densidad de la presencia de este cultivo, La Rioja, Murcia y Navarra.
En total, para la cosecha de 2015 se firmaron más de 25.300 pólizas que dieron cobertura a una superficie cercana a las 355.000 hectáreas y a más de 2,4 millones de toneladas de uva para vino y mosto.
Castilla La Mancha contrató más de 12.350 pólizas para asegurar una extensión de más de 192.400 hectáreas y una producción de alrededor de 1,4 millones de toneladas. Castilla y León fue la segunda región con mayor número de pólizas, 1.839, que dieron cobertura a más de 20.840 hectáreas y a una producción de más de 124.260 toneladas.
Más de 97.500 hectáreas de uva de vino declararon siniestro durante 2015, provocando unas pérdidas estimadas en unos 33 millones de euros. Alrededor de 60.300 de las hectáreas siniestradas se ubican en Castilla-La Mancha, cuyos daños se calculan en unos 19,4 millones. La segunda mayor cifra en siniestralidad fue la acumulada por Castilla y León, 3,46 millones por pérdidas en más de 5.617 hectáreas. Destacan los daños sufridos por la provincia de Burgos, que concentró el 62% de los siniestros de la región, con más de 3.460 hectáreas muy perjudicadas y 2,1 millones en pérdidas.
Hay que mencionar también las pérdidas sufridas por Murcia, que declaró siniestro en prácticamente la totalidad de la superficie asegurada de este cultivo.
El pedrisco fue el causante del 86% de los daños en las producciones aseguradas de uva vinícola. Pese a la virulencia poco habitual de los fenómenos tormentosos asociados al granizo del pasado año, lo cierto es que en 2012, 2013 y 2014 fue también causante de, al menos, la mitad de las pérdidas en la cosecha de uva vitivinícola. En Castilla y León este porcentaje fue en 2015 del 56%, aunque el impacto de las heladas en las producciones castellano-leonesas supera la media nacional, causando importantes pérdidas en la zona de Burgos. Juntos, estos riesgos meteorológicos, fueron responsables del 95% de los daños en las explotaciones aseguradas en esta Comunidad.
Sin duda, la mejor herramienta de que dispone el viticultor frente al pedrisco y otros riesgos climatológicos es el seguro agrario. En la actualidad se encuentra abierto el plazo para suscribir el seguro de primavera –que incorpora novedades como la rebaja de tarifas para los riesgos de helada y pedrisco, según ámbito-. Además, se ha incrementado el porcentaje de bonificación máxima que puede obtener el asegurado, pasando del 25% al 40%, y se han incluido nuevas variedades.