Para garantizar la continuidad de los cultivos de regadío es necesario cambiar el modelo energético actual
En los próximos meses, el sector remolachero-azucarero afrontará un nuevo contexto de mercado tras la finalización del sistema de cuotas de producción en el ámbito comunitario. Esta situación representa una oportunidad para consolidar la competitividad sectorial y recuperar cuota de mercado para el azúcar de remolacha tras el impacto que supuso la última reforma de la OCM del azúcar en 2008. En la actualidad, la producción nacional de azúcar de remolacha es inferior a la demanda, en España se consumen 1,3 millones de toneladas de azúcar al año y la cuota de producción asignada es de 498.000.
Sin embargo, el sector también afronta retos importantes relacionados con su modelo de producción. Los costes asociados al riesgo, sensiblemente superiores a los de los países europeos vecinos y con diferencias internas muy importantes, hasta cinco veces superiores en zonas de regadíos tradicionales frente a zonas modernizadas, hacen que el sector remolachero-azucarero se encuentre desventaja. En este sentido, para garantizar la continuidad de los cultivos de regadío y, por tanto, para consolidar un cultivo de remolacha sostenible y rentable, es necesario cambiar el modelo energético actual mediante tres soluciones.
Por un lado, la sustitución de las fuentes de energía convencionales por energía fotovoltaica con un único coste de amortización de la instalación durante 5 ó 7 años, ya que no tiene coste durante su vida útil que se estima superior a 30 años. La inversión aproximada es de unos 150.000 €.
En segundo lugar, mediante la implantación de medidas de eficiencia energética eléctrica, hidráulica e hídrica que generan ahorros muy notables (entre el 20% y el 40%) con inversiones modestas. En este caso, la inversión media es de unos 25.000 €, cantidad que se recupera con el ahorro en la factura energética de diésel o electricidad de red en 2 ó 3 años.
Finalmente, a través de la mejora de las condiciones de contratación con las compañías eléctricas y la implantación de medidas de autocontrol del consumo. Los ahorros también oscilan entre el 20% y el 40% con inversiones marginales en consultoría y sustitución del contador de las compañías por uno propiedad del propio agricultor.
La consecución de un sector remolachero-azucarero sólido y sostenible pasa por la colaboración de todos los agentes y colectivos implicados, entre otros: agricultores, industria, administración, empresas, partidos políticos y entidades financieras, en torno al objetivo común de la reducción del coste energético.
Es el factor determinante de la competitividad y el incremento de la rentabilidad del cultivo de la remolacha azucarera en España. Sin duda, son los agricultores quienes deben liderar esta evolución en las explotaciones para lograr la transformación del campo, pero la colaboración de industria y entidades financieras proporcionando ayudas y asesoría para facilitar la puesta en marcha de estas iniciativas es indispensable.
Fuente: Revista Tecnoremolacha.