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Expertos del sector ganadero ponen en valor el trabajo en las granjas para garantizar el bienestar animal en un verano muy cálido

“Para garantizar el abastecimiento de agua de calidad, las ganaderías disponen de materiales y tecnologías mucho más eficientes, algunas que contribuyen de manera muy positiva a conservar la biodiversidad de la zona”, asegura Juanjo Ramos, del Instituto Agroalimentario de Aragón.

El programa Bienestar Animal Europeo, que están llevando a cabo la interprofesional española del vacuno de carne, PROVACUNO, y las interprofesionales de ovino y caprino en Hungría, JTT, y en España, INTEROVIC, con la cofinanciación de la Unión Europea, ha sondeado a varios expertos para conocer cómo puede afectar la llegada de un verano extremo al bienestar de los animales y el trabajo, las medidas y las herramientas que llevan a cabo para garantizarlo.

La predicción estacional de Europa para el trimestre veraniego apunta a una alta probabilidad de que las temperaturas se sitúen por encima de la media, con el riesgo de que este verano de 2023 sea tan extremadamente caluroso como el 2022. Según las previsiones, España registrará fenómenos meteorológicos extremos, acompañados en algunos casos de tormentas, como indican desde Meteored.

“Es muy importante el trabajo que se realiza en las granjas, porque resulta imprescindible mantener el bienestar de los animales en un entorno en el que el cambio climático hace prever temperaturas más elevadas”, asegura Juanjo Ramos, investigador del Instituto Agroalimentario de Aragón y catedrático de la Universidad de Zaragoza, que teme que el calor y la falta de lluvias provoque la disminución de los pastos, “que el ganadero debe compensar mediante piensos y forrajes, que incrementan de forma notable los gastos de la producción”. “El agua es imprescindible para la vida y para nuestros animales. La sequía, además de reducir los manantiales, afecta a la calidad de las aguas y por tanto a las producciones y al bienestar animal”, según Mayor. Para ello, continúa, “la respuesta está en recoger y conservar el agua, para lo que disponemos de materiales y tecnologías mucho más eficientes. Además, algunas de estas infraestructuras, bien diseñadas, contribuyen de manera muy positiva a conservar la biodiversidad de la zona”.

De similar opinión es María Jesús Alcalde, catedrática de Producción Animal de la Universidad de Sevilla y vicepresidenta de la Sociedad Española de Ovinotecnia y Caprinotecnia, quien asegura que “hay que evitar, en la medida de lo posible, que los animales sufran estrés térmico”. Para ello, “deben tener acceso ad libitum al agua fresca y de buena calidad, porque cuando la temperatura es elevada, aumenta su ingesta para mantener el balance hídrico”. Y entre las medidas que adoptan las ganaderías, pone en valor el “proveerles de sombras, bien naturales o artificiales, para que puedan protegerse, y evitar manejar el ganado en arreos, vacunaciones y transporte durante las horas de mayor calor del día”. Apuesta, también, por el ahorro y la conservación como mejor estrategia en aquellos lugares donde no es posible contar con un abastecimiento garantizado de agua de calidad, “para lo que en la actualidad contamos con modernos materiales de impermeabilización e importantes medios técnicos”. “Con medidas clave como el uso de desalinizadoras en zonas próximas a la costa, construcciones para el almacenamiento de agua de lluvia y el sistema de drenaje, incluso el uso de tecnología que elimina los contaminantes de las aguas residuales mediante el uso de nanopartículas, por citar algunos ejemplos”, recuerda Alcalde.

Un verano en el que salvaguardar el bienestar animal.

Sobre el terreno, Jesús Valtueña Calvo, veterinario y ganadero de ovino en la provincia de Soria, recuerda que la sequía “es algo consustancial con nuestro clima mediterráneo extremado”, pero reconoce que, actualmente, son “más frecuentes e intensas”. Referido a su ganadería, ligada a los cultivos de secano, supone que un año de sequía extrema como el actual “hace crecer poco los cereales y, por tanto, son difíciles de recoger, de forma que quedan grandes cantidades en el campo y el ganado lo consume en verano. Si en otoño llueve, nacerá de forma espontánea y aquellas parcelas que queden en rastrojo hasta la primavera proporcionarán alimento en grandes cantidades”. Otro problema es el agua para beber: “Si hay sequía, las balsas están secas y los ríos también. Obliga a trasportar agua en remolque o a mover las ovejas a zonas con agua, que son las menos lo que condiciona el acarreo diario”.

En lo que los tres expertos coinciden, así como los responsables del programa Bienestar Animal Europeo, es que el calor afecta al bienestar de los animales. Algo que se evita gracias a un intenso trabajo del ganadero y al uso de indicadores en las granjas para monitorizar y tener controlados los distintos factores, como la temperatura, la humedad o la alimentación.

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