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El cambio climático está aquí

España parece desertizarse de sur a norte y es hora de pensar en una estrategia para el mañana

Puede ser una coyuntura; ya conocemos el clima que afecta a esta zona donde vivimos y cultivamos desde hace años. No llueve. Si, ya sabemos que, cuando alguien se encuentra a un agricultor y lo felicita por una  buena pluviometría  acaecida esperando una reacción de júbilo, este le va a dar réplica con alguna adversidad; los agricultores somos seres “quejantes”; es parte de nuestro oficio.

Cierto es que el profesional de la agricultura (a veces labrador) suele realizar su trabajo de manera impecable, pero únicamente puede hacerlo en la medida de sus posibilidades y entre estas, no figura el control de la meteorología; así pues y en este punto, se lo juega a la ruleta como un campeón. Es el oficio.

Todo esto viene a cuento porque a estas alturas ha llovido la cantidad justita del elemental liquido que suele caer del cielo.  Y confío, como todo profesional, que cuando ustedes lean esto, las cosas hayan cambiado. De momento hemos sembrado con semillas adecuadas, cumpliendo con los cánones estipulados para la  reutilización de semillas, cuando ha sido el caso.

La mayoría en el sector hemos aplicado ya algunos herbicidas post-emergentes, precozmente para optimizar su espectro sobre los cereales, algunos resembrados por haber servido ya de festín a esa especie de topillo, ratón grande o pequeño que asola las comarcas de campos y alguna mas. También en las escasas y afortunadas colzas, que han conseguido nacer y llegar hasta estas fechas.

Decimos que los cultivos están naciendo muy mal y peor en suelos fuertes, mientras ya se está apostando por otro cultivo: el guisante. Proteaginosas como el guisante tienen un aliciente económico acoplado, (acoplado en la PAC, y a la pluviometría primaveral) y, si todo va bien, puede dejar producto en casa, además de un legado nitrogenado para el cereal posterior, que en eso ya han pensado los de Bruselas, al obligarnos a rotar con cereal los campos de leguminosas. Y hablando de nitrógeno “fijado” uno se preocupa por el nitrógeno “comprado”. ¿Quién se atreve a subir la dosis mucho mas allá de la habitual compensación al carbono?

Al anticiclón de las Azores le gusta estar ahí al oeste de Portugal y evita la entrada de la ola de frio que asola el resto de Europa de la misma forma que en primavera lo hace con las tan rezadas y necesitadas borrascas.

En efecto, países altamente productivos en Centroeuropa, Rusia y Ucrania han sufrido olas de frio, lo que pudiera decidir, a la vista de las perspectivas de producción en el hemisferio sur, los futuros precios de los cereales.

Y llegados a este punto nos preguntamos, ¿Realmente hay cambio climático? ¿Tendrán sentido todas las pretendidas acciones pro-carbono, retenido?, o esos cambios son normales en nuestra continental climatología?

Si la cultura del pistacho se está acomodando en Valladolid, es porque las heladas primaverales ya casi no figuran en nuestra rutina interanual

Los datos meteorológicos recogidos durante décadas hasta la fecha permiten admitir como hipótesis que en los próximos años lloverá menos y las temperaturas medias se elevarán de sur a norte en Europa. Esto (y admitiendo que, en este momento lo que está sufriendo Europa es una ola de frio) beneficiará a unas  determinadas zona geográficas del norte de Europa porque su clima se suavizará y será mas apto para producir alimentos pero por otro lado va a perjudicar otras zonas que suponen tres veces mas de superficie.

Como consecuencia de este asumido cambio en climático y por poner un ejemplo, una opinión reconocida dentro de la agricultura ecológica, aseguraba que, si la cultura del pistacho se está acomodando en Valladolid, es porque las heladas primaverales ya casi no figuran en nuestra rutina interanual. El cultivo de la Colza se ve favorecido por los inviernos suaves, y las plagas de roedores también.

El clima cambia, no cabe duda. Las curvas de temperaturas máximas y mínimas realizadas durante las ultimas décadas certifican el calentamiento del planeta. En España también y, con él, todo el eco-sistema, y cada vez son mas frecuentes las plagas de pequeños herbívoros que, en periodos cada vez mas aproximados, asolan nuestros cultivos, causando jaquecas a gobernantes y gobernados. A los primeros porque soportan todo tipo de presiones, entre los amigos y enemigos de la fauna roedora, y a los segundos porque pasan su duermevela pensando en una bomba H que aniquilara la plaga al completo, respetando impunemente el sustento de las mismas (soñar es gratis) el mismo sustento que sustenta al agricultor.

En el año 1.999 y durante un curso sobre Agricultura de Conservación en Sevilla, pudimos comprobar los efectos de una fuerte sequía. Se instauró, en ese mismo año y por causas obvias, la cobertura, dentro del seguro, de la ”no nascencia”, no contemplado hasta entonces. Desde la finca  Tomejil,  donde se llevaban a cabo comparativas de parcelas en siembra directa y convencional, nos informaron de que todas las parcelas de cereales en secano estaban deshidratadas, habían muerto de sed. No cabía visita pues. La buena noticia fue que las ultimas parcelas en perecer habían sido las de Siembra Directa. Por el ahorro hídrico.

España parece desertizarse de sur a norte y es hora de pensar en una estrategia para el mañana. El mañana es hoy y es momento de empezar a cambiar, toda vez que la empresa agraria es mas productiva cuanto mejor se adapta su gestión hacia el futuro cambio. Habrá menos agua y seguirá habiendo necesidad de producir la mayor cantidad de alimentos. Habrá que ser competitivos con el resto del planeta a pesar de los precios que nos pague el mercado por nuestros productos, y tendremos que costear los nuevos precios por los nuevos productos registrados para nutrir, mantener la sanidad y erradicar las malas hierbas en nuestras parcelas. Los cambios no se producen de repente, estamos pues al principio del cambio y se puede usar el comodín; la Agricultura de Conservación.

Autor: Carlos Garrachón Arias. AVAC.

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