Una alternativa rentable y sostenible al trigo y la cebada, impulsada por la demanda de copos, bebidas vegetales y alimentación infantil
Durante años, la avena fue vista como un cereal de segunda, relegado al autoconsumo animal y con poca inversión en mejora genética. Sin embargo, el escenario ha cambiado de forma radical. Hoy, la avena emerge como una alternativa sólida y rentable para los agricultores, gracias a su creciente demanda en la industria alimentaria y a sus ventajas agronómicas frente a otros cultivos de secano.
Sergio Hernández, del departamento técnico y de ventas de Hernan-Villa, empresa dedicada a la selección de variedades y venta de semillas, lo resume claramente: “Ahora tenemos una avena mucho más productiva, de gran calidad y menos exigente en recursos que un trigo o una cebada, lo que la hace muy atractiva como cultivo”.
La clave está en variedades como Albatros, con usos múltiples: desde forraje y pienso hasta alimentación humana. Su alto peso específico y la calidad del grano garantizan un excelente rendimiento, tanto en campo, como en la industria transformadora. “Antes tener avena con valores de peso específico medios de 48-49 se consideraban como un grano de muy buena calidad, siendo lo normal estar por debajo de esos valores, y ahora, estamos hablando de variedades como Albatros que tienen de media 52 o 53 y que pueden llegar a 58 de peso específico en regadío”, señala Hernández.
De cultivo secundario a cereal estrella
El cambio de percepción ha sido impulsado por el auge de las dietas saludables, el auge de lo vegano y la demanda de productos a base de avena, como copos, harinas, fórmulas de alimentación infantil y especialmente bebidas vegetales. Este contexto ha motivado a empresas como la Harinera Emilio Esteban, referente en transformación de cereales, a apostar fuerte por este cultivo.
Su CEO, Jesús Esteban, lo tiene claro: “Para nosotros, la avena se ha convertido en el segundo cereal más importante. Hemos invertido en instalaciones prácticamente destinadas al 100% a este cereal, porque creemos que es un producto con presente y futuro”.

La industria no solo compra grano: también acompaña al agricultor en todo el proceso, desde la siembra hasta la cosecha. “Mantenemos la trazabilidad, asesoramos sobre abonos y tratamientos, y tenemos programas específicos para alimentación infantil”, explica Esteban. De esta forma se garantiza que el cereal cumpla con los estrictos controles de calidad y seguridad alimentaria.
Producciones estables y con futuro
Uno de los puntos fuertes de la avena es su regularidad productiva. Incluso en años malos, mantiene rendimientos estables, algo que los agricultores valoran frente a la volatilidad de otros cereales. En la campaña reciente se han alcanzado medias de 3.500 kilos por hectárea en ecológico, llegando a superar los 6.000 kilos/ha en las mejores parcelas. En convencional, algunos agricultores han rozado los 7.000 kilos/ha, superando esta cifra en los secanos más frescos de Burgos y en los regadíos.
La demanda industrial es sólida, según María Ángeles González, Técnico de Control de Campo de la Harinera Emilio Esteban, “Necesitamos cerca de 30.000 toneladas de avena al año, de las cuales 5.000 son de cultivo ecológico. Y la capacidad de nuestra fábrica nos permitiría triplicar esas cifras”.
Los principales destinos son los copos para consumo humano directo, la alimentación infantil y las bebidas vegetales, segmentos en expansión que aseguran un mercado creciente y diversificado para el cereal. “Nuestra empresa es una empresa de nicho. No vamos a lo convencional, al volumen, como puede haber otras harineras de mayor tamaño. Nosotros nos centramos más en el nicho y los nichos precisamente velan mucho por la salud y están más valorados. Para nosotros nuestra principal actividad es la alimentación infantil lo que le aporta al agricultor un valor añadido a su cosecha si entra en nuestro programa”, explica Jesús Esteban.
Un reto pendiente: Agroseguro
A pesar de las ventajas, algunos agricultores siguen mostrando reticencias a sembrar avena, principalmente por la falta de actualización de las coberturas de Agroseguro, que no contemplan la productividad de las nuevas variedades. “Es como asegurar tu casa por un valor inferior al real. No tiene sentido”, reclama Esteban, que pide a la Administración una revisión urgente para dar confianza a los productores.
Una oportunidad para el campo español
Con bajos costes de producción, estabilidad de rendimientos, alta demanda industrial y un precio equiparable al del trigo, la avena se perfila como un cultivo con presente y, sobre todo, con mucho futuro. “Se trata de apostar por un cereal con mayor valor añadido y que siempre te va a dar salida, si el manejo agronómico es con destino a consumo humano”, concluye Esteban.