AVAC organizó una Jornada de Campo repartida entre Cigales y Rueda donde se analizó el futuro de este cultivo
La Asociación Vallisoletana de Agricultura de Conservación (AVAC) organizó una Jornada de Campo repartida entre Cigales y Rueda.
En la primera localidad vallisoletana pudimos ver los campos demostrativos de variedades de semillas de Mas Seeds y de fertilización de Fertinagro. Tras esta primera parada, nos desplazamos hasta Rueda donde realizamos una visita a la bodega Oro de Castilla.

En esta bodega de referencia de Rueda, tuvo lugar la segunda parte de la jornada que comenzó con una conferencia. Miriam Pajares Guerra y Maite Llorens Martón de la Fundación Global Nature (www.fundacionglobalnature.org) nos hablaron de los desafíos a los que se enfrenta el cereal. Por su especial interés, reproducimos un resumen de su intervención:
La agricultura, y en particular la de secano, es uno de los sectores más vulnerables y expuestos a las condiciones ambientales, ya que cualquier alteración climática tiene un impacto directo e inevitable sobre su desempeño. Dentro de este modelo productivo, los cereales destacan por su capacidad natural para soportar periodos de sequía moderada y altas temperaturas. Sin embargo, los cambios climáticos actuales (aumento de temperaturas, disminución de precipitaciones y aumento de eventos extremos, entre otros) están poniendo a prueba su resiliencia, comprometiendo la estabilidad de los rendimientos e incluso la viabilidad del cultivo en los años más extremos.
Aunque el clima es muy variable, y seguiremos enfrentándonos a años ‘buenos’ y ‘malos’, los datos muestran una tendencia hacia un clima cada vez más adverso. La producción de cereales, a lo largo de la historia, ha tenido que adaptarse a múltiples desafíos, tanto en términos productivos, como frente a las constantes fluctuaciones y demandas cambiantes de los mercados. Hoy, a esa lista se suma con urgencia la necesidad de adaptarse al cambio climático. Por ello, la adaptación ya no es una opción, sino una prioridad ineludible para el sector agrícola.
Principales impactos del cambio climático en los cereales de invierno
En el caso concreto del cultivo del cereal, la sensibilidad del rendimiento a la variación e intensificación de ciertas variables climáticas como la temperatura, régimen de precipitaciones y radiación solar, entre otras, varía según el momento de desarrollo del cultivo. El estrés térmico e hídrico, así como sus efectos combinados, representan las mayores amenazas, ya que pueden interrumpir procesos fisiológicos clave, reducir la fotosíntesis, limitar la absorción de nutrientes y acelerar la maduración del grano, disminuyendo tanto su cantidad como su calidad. El espigado, la floración y el llenado de grano son las fases fenológicas más sensibles en las cuales los eventos extremos pueden afectar de manera más decisiva a la producción y calidad del grano. Además, puede producirse lo que se conoce como «desajuste fenológico«: una alteración en el ciclo de vida del cultivo del cereal debido a cambios en las condiciones ambientales que provoca que estos momentos clave, ocurran en periodos distintos a los habituales, afectando la sincronización óptima entre el crecimiento del cultivo y la disponibilidad de recursos. Como resultado, el estrés ambiental generado por este desajuste puede reducir el rendimiento y comprometer la estabilidad de la producción.
¿Cómo anticiparse y adaptarse a los cambios que vienen?
Desde hace años, expertos en clima y agricultura colaboran para entender cómo afectan los cambios climáticos al cultivo de cereales, analizando el impacto de las variaciones en temperatura, precipitaciones y eventos extremos sobre su desarrollo, rendimiento y calidad. No obstante, no todas las regiones son igual de vulnerables, por lo que se requieren modelos climáticos cada vez más precisos y herramientas accesibles que faciliten la toma de decisiones a escala local. Una de ellas es CANARI (https://canari-europe.com/), de acceso libre, que ofrece más de un centenar de Indicadores Agroclimáticos (IACs) para identificar riesgos potenciales o pérdidas de rendimiento en función de variables climáticas y fases fenológicas del cultivo.

Para hacer frente a la creciente vulnerabilidad del sector cerealista, es crucial implementar estrategias de adaptación a corto, medio y largo plazo, que permitan anticiparse y reducir los riesgos derivados del cambio climático. Estas estrategias deben diseñarse a nivel local, ya que no hay una solución única y cada explotación requiere adaptaciones según sus características y su contexto agrario. En el cultivo de cereales, la adopción de prácticas como un manejo adecuado del suelo, el incremento de su contenido de materia orgánica, la selección de variedades resistentes o adaptadas a nivel local, adelantar la fecha de siembra y el uso de bioestimulantes, junto con una planificación estratégica que incluya la diversificación de cultivos y el mantenimiento o creación elementos del paisaje que promuevan la biodiversidad, resultan fundamentales. En este contexto, la agricultura de conservación, basada en prácticas como la labranza mínima o nula, la cobertura permanente del suelo con residuos vegetales y la rotación de cultivos, constituye una estrategia clave en materia de adaptación. A ello se suman una fertilización y un riego eficientes, así como la incorporación de nuevas tecnologías para la toma de decisiones. En conjunto, estas medidas no solo contribuyen a maximizar la producción, sino que también fortalecen la resiliencia del cultivo frente a los impactos del cambio climático
AgriAdapt: un proyecto para impulsar medidas de adaptación junto al sector agrario
En esta línea de acción, la Fundación Global Nature, con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha desarrollado de octubre de 2023 a mayo de 2025 el proyecto “AgriAdapt: participación social para la adaptación al cambio climático en el sector agrario”. Este proyecto, enmarcado en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (2021-2030), ha trabajado en cuatro cultivos estratégicos (viñedo, olivar, frutos secos y cereal) en tres territorios: Castilla-la Mancha, Comunidad Valenciana y Navarra, donde se ha trabajado junto al sector agrícola en el co-diseño de medidas de adaptación específicas. Como resultado de este proceso, se ha publicado el manual “Estrategias de adaptación al cambio climático en cereales de invierno”, que recoge información clave sobre los riesgos e impactos que afronta este cultivo en el contexto del cambio climático, así como un conjunto de fichas prácticas con medidas de adaptación avaladas por el propio sector, orientadas a facilitar una adaptación eficaz y realista del cultivo del cereal.