La respuesta es sí, aunque hay que tener en cuenta algunas consideraciones
Durante los últimos meses hemos visto como se han desarrollado los cultivos de cereal de invierno en las mesetas y valles castellanos, con el resultado de una cosecha ligeramente más generosa de lo habitual, y estadísticamente superior a la media histórica de la zona.
Con la cosecha son muchas las reflexiones que el agricultor se hace, amén del consabido balance económico, se pasa revista a los principales factores que han caracterizado la producción de la última campaña, las fuertes heladas invernales, el exceso de agua en primavera, y un largo etcétera de pequeños problemas que salpican a los cereales a lo largo de su ciclo vegetativo.
Pero el motivo de este artículo es recoger el mensaje que nos lanzan muchos agricultores que observan como el trigo de invierno ha superado en rendimiento medio a la cebada, estableciéndose una comparativa entre ambos cereales.
Históricamente en los planes de siembra y rotaciones del agricultor era el trigo el que ocupaba la primera hoja, para continuar con una leguminosa u oleaginosa, y repetir la cebada como segundo cereal, y a veces como tercero. En este sistema se le asignaba a la cebada una mayor adaptabilidad a la resiembra tras cereal, y era validado con los resultados de las cosechas.
Esta situación empieza a desplazarse ligeramente hacia el lado del trigo de invierno, principalmente en las zonas de mayor potencial y regadíos, donde se viene observando una mayor estabilidad en el rendimiento, que unido a un precio ligeramente superior, y un mercado nacional deficitario hacen que la ecuación de la rentabilidad sea mayor.
Pero a pregunta de que si se puede repetir, sembrar, trigo después de trigo, la respuesta es clara y rotunda dado que el propio agricultor ya lo ha experimentado y tenemos una larga casuística a nivel mundial en este punto. SÍ, si se puede, pero hemos de analizar muy bien la alternativa que nos proponemos.
El monocultivo de cereal en general ha generado en el pasado múltiples problemas a todos los niveles, problemas de suelo, de malas hierbas, de plagas, de hongos, desarrollo de virosis y otros patógenos que han supuesto grandes problemas a la agricultura. La lección aprendida es, ha sido, y será muy clara, la rotación con otras especies es la mejor y más barata solución a la mayoría de los problemas, pero aún así somos conscientes que la rentabilidad y los márgenes de las explotaciones cerealistas, en particular de los secanos castellanos, pasa por un incremento de la presencia de cereal en las rotaciones.
Las variantes que presenta el cereal son limitadas y vamos a analizar diversos casos para simplificar el análisis que se nos requiere.
Una rotación con trigo de invierno como primer cultivo en la primera hoja no requiere un análisis especial, hablamos de cultivar el trigo al uso y costumbre, eligiendo la variedad más conocida por el agricultor y que se adapte a la zona de cultivo y exigencias del mercado.
La rotación de trigo-otro cultivo-trigo requiere alguna matización adicional, siendo la elección del cultivo alternativo importante según la zona. El girasol, la colza y leguminosas son los más adecuados al secano, aportando un incremento significativo en torno al 10% en la producción comparada respecto al monocultivo cerealista. La variedad del segundo trigo puede ser la misma que se utilizó al principio, si bien se ha de posicionar una variedad con un mejor perfil en el aspecto de aplicación de herbicidas selectivos contra malas hierbas y flora silvestre.
La tercera opción, y es la que hemos de valorar más profundamente, es la repetición directa de trigo tras trigo. Aquí el manejo cambia si queremos tener éxito y mantener una productividad y rentabilidad. Esta alternativa se recomienda en zonas de potencial medio-alto y/o regadíos, con una gran estabilidad de rendimientos.
Los principales considerandos son el mayor aumento en el consumo de nitrógeno, que habremos de aportar en las fases vegetativas del trigo con variedades que tengan una mayor eficiencia en este aspecto, y a ser posibles un ciclo a maduración ligeramente más precoz para poder compensar posibles desequilibrios finales de déficit de nitrógeno.
El aumento del riesgo de padecer determinadas plagas o enfermedades lo hemos de mitigar eligiendo variedades con un perfil sanitario elevado, siendo de destacar la resistencia genética a mal de pie, royas de la hoja y fusarium de espiga, que pueden afectar en la fase inicial, vegetativa y terminal del cultivo, provocando pérdidas de cosecha, y deterioro de la calidad de la misma, teniendo en cuenta la posible contaminación por micotoxinas del grano. Es difícil de observar por el agricultor, por lo que hasta que no se cosecha y se ve la merma de la misma, no tenemos constancia real del problema.
La variedad de segundo trigo, no tiene que ser la misma que se sembró como primer trigo, y ha de tener una sanidad muy buena.
Desde las empresas involucradas en la obtención vegetal se trabaja muy intensamente en la búsqueda de este tipo de variedades, y el agricultor ha de entender el mensaje que las nuevas variedades no sólo son más productivas, sino que parte de este aumento de producción se debe a la mejora en la sanidad global de la planta, y que las variedades que reúnen estas características son las más idóneas para ser utilizadas como segundos trigos, bien sea después de otro trigo, o de un cultivo alternativo.
Desde RAGT, líderes europeos en la obtención de nuevas variedades de trigo blando, proponemos nuestra variedad RGT MONTECARLO, la cual reúne las características ya comentadas, y un rendimiento y calidad harino panadera excepcional, siendo, sin lugar a dudas, una de las mejores, o la mejor elección que puede hacer el agricultor que se plantea rentabilizar su explotación intensificando el cultivo del trigo blando en otoño.
Autor: Departamento técnico de RAGT Ibérica
