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¿Es necesaria la quema controlada de rastrojos?

A esta fecha parece que todo esta preparado para permitir o no, por parte de las instituciones competentes, la quema de rastrojos de cereal en una cantidad de superficie anual que rondaría el 25 por ciento. Para solicitarlo solo habría que utilizar el teclado del ordenador más cercano que se disponga y, mediante aplicación relativa a la PAC, hacerse responsable de la quema de la superficie (Pol. y Parc.) que se desee y no más superficie que esa (por ejemplo la del vecino).

 Así pues, para los nostálgicos, volveríamos  a ver el espectáculo del fuego en la superficie agrícola y podríamos recordar de nuevo el olor del rescoldo en cualquiera de nuestros desplazamientos por carretera a partir del 1 de octubre fecha prevista para su vigencia.

Efectos contra enfermedades y plagas

Hay que reconocer que el fuego destruye cualquier vestigio de enfermedades fúngicas residentes en los restos de cosecha. Se añade que muchas plagas, por ejemplo las larvas de los Céfidos (troncha-espigas y afines) se ven exterminadas por el fuego (a pesar de algunas opiniones de expertos que aseguran que buena parte de estas larvas residen junto al suelo y sobreviven al paso del incendio). A mayores se consumirían en la “pira” también muchas semillas de malas hierbas privadas de su poder germinativo. Y, por fin, nos libramos de todo estorbo físico a la hora de sembrar, puesto que el suelo se queda literalmente “pelado”. ¿Se puede pedir más? Pues si; un poco de fertilizante potásico como el que se dispone en las cenizas.

 Problemas para sembrar con cubierta

La cubierta es un inconveniente a la hora de sembrar. Al estado de la cubierta por su composición, abundancia o humedad se suman condiciones de suelo parecidas; la siembra debe ser impecable.

 Conscientes de la desertización progresiva que venia sufriendo muy buena parte de la geografía Europea y a la vista de la sistemática quema y labranza de tierras de cultivo que se venía practicando en las últimas décadas, las obligadas normas de condicionalidad se encaminaron a no pagar dinero por los fuegos como práctica agraria. Esto supuso un inconveniente para muchos agricultores que lo han llevado a cabo con paciencia. En el caso del agricultor de siembra directa, esta medida impuesta en su día no supuso ninguna alteración en la práctica habitual de su profesión.

 La gestión de cubiertas no es fácil. De hecho es el inconveniente más difícil de sortear toda vez que las cosechas abundantes producen demasiados restos que darán problemas a las futuras sementeras. En casos extremos habrá que deshacerse de esos restos. No obstante una buena cubierta de restos, lo mas rica posible,  mantenida año tras año, protege al suelo de erosiones, alimenta su biología, preserva la humedad y a la postre, se transformará en parte consustancial de él.

 La realidad, sin embargo es que esta tregua en la prohibición de quemas podría venir “al pelo” a más de uno. La opción de quemar la cubierta tiene un sesgo ecológico si se quiere porque sustituye fitosanitarios aunque también es ecológico dejarla y evitar erosiones sin hacer la fogata. El año agrícola, por lo general, ha sido muy generoso en agua de lluvia ha proporcionado mucha cosecha y restos de ella y no siempre se vende todo lo que se quiere. Por otra parte los problemas en forma de enfermedades y plagas son numerosos y cada vez son menos las soluciones por el recorte de las materias activas autorizadas y sus dosis. Hay que reconocer que la renta obtenida por el agricultor es menor por la bajada de precios de productos obtenidos (que no de insumos empleados). Estas circunstancias reflejan la fotografía real del un sector que, en buena parte, desea esta medida como opción deseable y rentable, consciente o no de que, antes o después, se deberá restituir toda extracción que se haga de la tierra para no incurrir en negativo.

 A santo de las cubiertas es frecuente que socios de esta y otras asociaciones de Agricultura de Conservación expongan a su junta directiva el hecho de que, teniendo claro el concepto de compactación y preservación de cubiertas, hayan de transigir por un pastoreo, no siempre pactado entre las partes. El productor de alimentos también es productor de restos y debería poder decidir sobre su destino a pesar de la tradición. No es la mala observación de la norma de no poder transitar con el ganado por una parcela ajena después de una lluvia produciendo compactación y obligando a emplear el arado, si no la conservación integra de cualquier cubierta si la técnica empleada lo requiere.

Autor:

Carlos Garrachón Arias. AVAC.

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