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El creador de Matarromera habla de su faceta de emprendedor

Carlos Moro recuerda que “la empresa que olvida sus orígenes y la historia difícilmente puede crear un presente con proyección de futuro”

Carlos Moro, ingeniero agrónomo y presidente de Matarromera, intervino hoy jueves en la Tribuna Agropecuaria organizada por el COIACLC y manifestó que el reto como empresario es dirigir y gobernar un conjunto de compañías que sean sostenibles en el tiempo.  Así, la firma que preside “siempre ha seguido un camino de innovación permanente y ha sido pionera” en campos como el enoturismo, que ha convertido a su bodega en una de las más importantes del sector.

El conferenciante reflexionó sobre “la aventura de emprender” como ingeniero agrónomo, y aprovechó su presencia para presentar a los asistentes su último libro “Pasión por la tierra, pasión por la empresa” que, en palabras de la periodista Nieves Caballero es “una publicación que pretende ser casi un libro de cabecera para aquellos jóvenes que quieran emprender”. Nacido en una familia de viticultores ha ido expandiendo su sello por diversas denominaciones de origen y apostando también por otros productos como aceite y cosméticos. En unas recientes declaraciones al decano de la prensa española, El Norte de Castilla, Carlos Moro manifestaba que “es necesario estar muy al día y adaptarse permanentemente a las necesidades. Las bodegas tienen que ser empresas flexibles, dinámicas y modernas, pero sin perder la esencia que hemos ido atesorando a lo largo de la vida”.

Fruto de esa manera de pensar es este libro cuya sinopsis es un compendio de su vida profesional: “Hace treinta años, en 1988, Carlos Moro se lanzó a una aventura incierta: recuperar la tradición familiar de cultivar viñedos y dedicarse a la elaboración del vino. En 1995, Matarromera, su vino más emblemático, sería escogido el mejor del mundo. Ahora, décadas más tarde, posee una de las empresas bodegueras más prestigiosas e innovadoras de España, con multitud de reconocimientos nacionales e internacionales y presencia en seis denominaciones de origen”.

Cuando le preguntan cuál ha sido el secreto de su éxito, explica que la suya es “una empresa profundamente arraigada en la tierra, pero es también un proyecto profundamente innovador. Conocer el pasado es imprescindible para construir el presente. En el caso del vino, Bodegas Familiares Matarromera ha adoptado algunos preceptos de los monjes procedentes de la Borgoña que se instalaron en Santa María de Valbuena en los siglos XII y XIII. Los religiosos trajeron consigo cepas y técnicas de esa región vinícola francesa que Moro ha puesto al día, bajo el principio de que se puede aplicar la máxima modernidad a algo absolutamente clásico”.

Carlos Moro afirma, rotundo, que “la empresa que olvida sus orígenes y la historia difícilmente puede crear un presente con proyección de futuro”.

 

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