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Algo sugiere que el sector cerealista, mayoritario en nuestra provincia, está en una situación muy delicada y recesiva

Decía en una cuartilla, mi buen amigo Nicolás, que me ofrecía retirar, tres viajes de cebada, a 22,50 pts./kg. Corría el mes de marzo del año 1985. Nicolás era amigo de todos. No le quedaba mas remedio, porque se ganaba la vida casando viajes de cereal, de veinte toneladas cada uno, entre comprador y vendedor. Su seriedad era impecable y cuando prometía una compra, la oferta era entregada por escrito, con una letra especial, imposible de ser imitada.

Por entonces había abundante oferta y demanda de granos, debido en parte al fulgurante empuje del sector porcino ibérico y en los negocios se actuaba cual si de agricultor-hombre-orquesta se tratara en lo tocante a la cebada, porque el trigo tenia un único comprador y precio establecidos.

Hoy en día, sin embargo, las cosas son diferentes. Los años han pasado y el agricultor cerealista cobra principalmente, no por uno, si no por dos conceptos.

En efecto parece establecido que, por regla aproximada, la tercera parte de lo que se recibe como ingresos en la agricultura, se hace por medio de las ayudas PAC, motivo por el cual, la agroincultura aparece, ante la opinión pública, como a un sector privilegiado.

Y ese agricultor, cada vez menos labrador, y que antes se dedicaba a mirar las nubes, por la cuenta que le traía, ahora y por el mismo motivo, escruta a partes iguales, el cielo y la prensa diaria; ojo avizor a los cambios en la PAC en su horizonte 2020, que es el que toca ahora y que será palpable aún mas allá del 2022.

Charlas y debates de toda condición se han sucedido entre entidades y opas, ofertando cada una lo mejor de si mismas, de cara a la captación de solicitantes para la campaña de petición de ayudas, de forma que, a día de hoy ya todo el mundo sabe algo sobre el Reino Unido o el marrón de la pretendida cofinanciación.

Derechos de cobro y su historicidad dividen a propietarios de suelo y tenedores de los mismos, a la espera de que el horizonte mencionado arroje luz sobre su estado y situación.

Pero volviendo a la oferta que me hizo el amigo Nicolás hace treinta y tres años y actualizando a día de hoy aquel precio por kilo, el resultado es que hoy, esa cebada se debería pagar a 63,20 pts./Kg. 379 Eur./Tm. en las circunstancias de entonces, es decir, sin más ayudas.

La última cotización disponible de la cebada a fecha de hoy (1/04/2017), es 182 euros/Tm., o sea 30,28 pts./Kg. Esta cantidad, se verá incrementada por el pago de los derechos de cobro que se tengan, y una vez acatadas todas y cada una de las condiciones exigidas (greening, nitratos, fitosanitarios etc. etc. y etc.).

El pago procedente de Europa se percibe si o si, solicitud y condicionalidad mediantes, lo cual aminora parte del riesgo en este negocio al aire libre y, a la vez, mantiene a un precio razonable el precio del pan, de cara a los consumidores del día a día.

Algo sugiere que el sector cerealista, mayoritario en nuestra provincia, está en una situación muy delicada y recesiva, al igual que recesivas son las cantidades que se perciben por concepto PAC (que nunca han conocido lo que es el IPC), cuyo pago ahora se pretende endosar desde Europa a cada uno de los países miembros.

Si hubo una época en la que el campo vallisoletano resurgió de sus abundantes cenizas con el advenimiento de la política agraria europea, esta es la época que estamos retrocediendo. Si se quiere ver de otra manera nos hemos dado la vuelta y  continuamos avanzando. No sabemos cuando ni donde vamos a detenernos. Se siente.

Autor: Carlos Garrachón Arias. Asociación Vallisoletana de Agricultura de Conservación.

 

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